miércoles, 30 de diciembre de 2015

Inercia


Que triste es decir adiós cuando te quedas con tanto para dar, para compartir, para vivir..
No importa, gracias. Alguien me hizo grande cuando me dio la virtud de quedarme con los momentos más lindos latentes, cuando me hizo agradecida tan solo por haber tenido la oportunidad de conocer algo o alguien, de vivirlo… y ahí escucho el susurro de mi amiga diciéndome que de lejos siempre me acuerdo las cosas buenas, que me acuerde de las malas que por algo las cosas terminaron así.
Defectos o virtudes, que las llamen como quieran, los tenemos todos, y ni vos ni yo merecemos ser juzgados por eso, creo que primero me nace querer ver que te hizo ser así o que me hizo actuar así, antes que insistir en ese defecto.
Se termina otro año, y ese maldito balance juega en mi cabeza, no se si en la de las demás también lo hará. Pensar en lo que paso, en lo que perdí, lo que logré, en lo que quiero modificar para estar y ser mejor, en lo que quiero planear para que venga.
Me acosté con tanta angustia cuando me puse a pensar en las personas que perdí, a ver…. No porque me arrepienta de algo, simplemente porque cada persona tiene un valor especial y te aporta algo y es tan loco que de repente no están y te quedas con cosas realmente lindas de cada uno, pero para no verlos más.
Este año, terminamos una relación, terminamos lo que un día empezó con tantos sueños, con tantas ilusiones puestas, con esa adrenalina tan mágica con la que empiezan la mayoría de las relaciones, y en ese momento te perdí, te saque de mi vida, terminé lo que no resultaba, siempre dedico un rato de mi vida a pensar en mi y en mis errores, e insistí mucho el último tiempo en modificarme eso de los puntos suspensivos, del no poder terminar con las cosas de forma sana, de amarrarme a lo que no es, a lo que me hace mal. Y fue tan así que cuando te ibas, a pesar de tener mucha nostalgia, llore un solo día, y me propuse vivir, vivir con los que me demostraban estar, con los que me quieren, con los que me sacan una sonrisa, dedicarle todo a ellos, pero no amarrarme a los recuerdos, ni a lo lindo, ni a lo malo, no amarrarme a nada, lo nuestro termino por alguna o varias razones y si los dos nos sentamos a elegir que ese fuera el final estando de acuerdo, caía de maduro que debía ser así, y fin. 
La vida me demuestra un equilibrio constante en el día a día porque me sentí  tan sola el último tiempo cuando te tenía incluso al lado, sola no porque hicieras de cuenta que no estaba, sola porque los dos ya mirábamos todo con un indivualismo pleno, nuestros ideales y proyectos, nuestros planes de los días, en todo había más prioridades hacia lo externo que hacia el otro, y hoy… nada… me siento colmada de gente, de acá de allá, gente que vale un montón y otra que no tanto pero que me da lindos momentos y lo agradezco.
 Sin embargo por algo estoy acá, y es por la noche de ayer, porque sentí nostalgia, nostalgia de vernos riendo hasta el último día, de vernos haciendo el amor el último día como la primera vez, como siempre, con esa química que fusiono y siempre fue especial, de vernos hablar y contarnos cosas hasta la última noche incluso cuando sabíamos que ya no estábamos juntos, de verte haciendo mil maniobras para sacarme una sonrisa cuando mis días se tornaban densos, o de verme molestándote en la cama cuando quería que te despiertes y que arranquemos el día.. y no pude evitar acordarme de ese vaso de agua que te pedía siempre que estábamos por dormirnos y con un dejo de molestia y de amor me lo traías a la cama, acompañado de las golosinas que más me gustaban, porque sabías lo preciso, mis debilidades puntuales.. yo también te compraba tus chocolates preferidos pensando en que los íbamos a compartir esa noche sentados en la cama hablando y seguro también riéndonos de algo.
Me dejaste los ejemplos más puros y lindos, y viviste conmigo la experiencia más triste de mi vida, nunca pude asumir que no lo tomaras como yo, nunca lo soporte, nunca entendí como te fuiste cuando teníamos que hacer los primeros estudios juntos y que me dejarás con tanto miedo e incertidumbre dejando que una amiga me acompañará, pero cuando el tiempo paso, recién incluso hace tiempo entendí realmente, que vos no podías ni sentiste todo lo que yo PUDE sentir y VIVIRLO desde el día uno, que no había sido tu cuerpo el que sentía cambios y experimentaba tantas cosas nuevas ni las habías vivido, y que el amor que se genera en una mujer desde ese día uno es diferente al del padre, el cual necesita verlo, y que sea todo más tangible, sin embargo, gracias porque diste todo, todo lo que podías. Yo sólo necesitaba de tu compañía para poder ir para delante, para apoyarme en ese hombro a llorar y solo quería tus abrazos y me los distes siempre que los necesite y adelante salimos juntos.
Gracias por tanto, por lo lindo y por lo feo también, me fui con muchas ganas de remodelar en mi todo eso que hacía que muchas cosas no funcionen, porque quiero prepararme mejor para un futuro con alguien, no considero que me fui siendo perfecta porque eso no existía y porque en una relación fallan dos y yo quería saber en qué falle.  Gracias por esa familia que me hizo parte de la suya y que me dejo tanto.



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